Una de mis grandes pasiones es la repostería y el otro día, me dio por preparar unos dulces a mi joven amante. Lo que pasa es que cuando llegó a casa y me vio con ese delantal tan sugerente, prefirió llevarse algo mucho mejor a la boca: mi coño. Yo no pude resistirme y se lo puse en bandeja sobre la encimera, para luego irnos a un lugar más cómodo y rematar la tarde con una soberana follada.