Sabía de la existencia de un club muy especial, donde se reunían chicos para jugar al billar y beber cerveza. Yo andaba cachonda y con ganas de probar varias pollas, así que fui a verles y les dejé claras mis intenciones. Cuando vieron lo lanzada que iba, decidieron seguirme la corriente y me pusieron delante de las narices sus vergas, hasta pajearlas con mis manos y prepararme para un bukkake monumental.